INFLUENCIA DE LA DIOSA MARI
Nuestros viñedos, bodega y destilería se encuentran muy cerca de la morada de Mari, situada en una cueva del monte Anboto y bajo su influencia. Mari protege nuestros viñedos e influye en nuestros licores como agua de vida.
Mari, la Dama de Anboto es la personificación femenina de la tierra, se asemeja a los mitos ctónicos (de la tierra) que adoraban los antiguos pueblos matriarcales, antes de llegar los dioses celestes.
Es la reina de la Naturaleza y de todos sus componentes. Está claro que este personaje es anterior a la llegada del cristianismo, y que para los antiguos vascones debió tener el estatus de diosa. Observando las cualidades y características de Mari, se le puede encontrar cierta semejanza con algunas diosas de la antigua Europa.
Personifica las fuerzas de la naturaleza, y con su poder, da equilibrio a éstas. Antiguamente acudían a Mari para pedir que ahuyentase el granizo, y hay constancia de que para ello incluso el párroco del pueblo iba a celebrar misa a la entrada de la cueva donde vivía. Esto nos indica que después de la cristianización, todavía el pueblo seguía creyendo en su poder.
Uno de los aspectos en los que describe a Mari es el de la serpiente, un símbolo originalmente de carácter matriarcal, habitante del inframundo a través de su cueva de Anboto.
Frecuentemente, en los relatos populares, se describe a Mari como una serpiente en llamas que, en ocasiones, porta una hoz de fuego o la media luna, mostrando todo su poder femenino.